La pulpa dental es comúnmente conocida como el nervio de los dientes. Se encuentra dentro de la raíz del diente, donde también encontramos varios vasos sanguíneos.
Es nuestro detector; el sensor que tenemos en la boca que nos avisa de que algún diente está sufriendo.
Ya sea una infección a nivel de las raíces, un estímulo térmico cómo puede ser la sensibilidad dental, un golpe ó traumatismo, etc... La pulpa manda la señal sensorial al cerebro y rápido percibimos una desagradable sensación.
Cuando la pulpa se inflama hablamos de una condición que se llama "pulpitis" y está puede ser reversible ó irreversible.
La pulpitis reversible es la mejor en todos los casos, porque al cesar el estímulo negativo que lo está causando, se desinflama la pulpa y desaparece el dolor.
La pulpitis irreversible se caracteriza por ser un dolor tan agudo e insoportable, que aún quitando la "posible causa" el dolor no remite y la solución normalmente se trata de hacer una endodoncia.
De esa manera se desvitaliza el diente, se limpian bien todas las raíces y se rellenan con un material especial llamado gutapercha. Así se consigue dar unos años más de vida a la pieza dental, sin la necesidad de extraer y poner un implante.
Siempre es importante hacer revisiones periódicas para detectar cualquier patología antes de su progresión.
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